"El Callejón del Diablo"
Esta leyenda surge de una callejuela que empezaba en San Martín y
desembocaba en la Zanja, consistía en un pasadizo sombrío bordeado de árboles
donde vivía un hombre con malformaciones. Este hombre aprovechándose que la
gente tenía miedo de pasar por ahí de noche, asustaba a los que se atrevían a
cruzar haciéndose pasar por el diablo encendiendo cartuchos de azufre. La gente
muy creyente para evitar que el “Diablo” entrara a la ciudad le empezó a poner
monedas de oro y joyas, hasta que dos pescadores lo descubrieron una noche y lo
espantaron cuando le quemaron las posaderas con un carbón al rojo vivo. Lo que
después hizo que el hombre enfermara y para mitigar sus culpas tuvo que donar
una buena cantidad de las joyas a una institución para pobres.
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