Sangre
y agua
Dicen que la sangre es más espesa
que el agua, aunque, en esta ocasión la ley de los fluidos fue violada.
El problema comenzó en la tarde
mientras leía un grueso tomo de Nietzsche, Sartre o algún europeo de formas
raras tan lejano de nuestros simples apellidos. Al voltear la página se percató
de una gota de sangre huida de su nariz, luego vino otra, un chorro; corrió al
baño y, entre taza y papel higiénico, se desplomo inconsciente.
Mamá lo encontró por la noche
después del trabajo; aun tenía vida, recostándolo en el sofá grande de la sala
intento con todos los remedios aprendidos de la abuela, ungüento con sábila en
la frente, alcanfor entre las narices, una palmada en la cintura, nada le
detenía la hemorragia; desesperada llamó a papá, con él llegaron las vecinas
cercanas a la finca, ellas probaron a su vez cantidad de brebajes, rezos,
súplicas. “Mijo, ¿Por qué no lo llevamos al hospital?” mamá se había olvidado
del paro armado, el pueblo estaba rodeado de guerrilla. En ese punto papá no
aguantó más y gruño contra este maldito pueblo perdido del mundo, deseó haber
vendido cuando le ofrecieron esos tres milloncitos los de la petrolera, “es que
hoy en día el que se queda en el campo es un pendejo o un dejado” dicho esto se
encerró en el cuarto hasta el otro día.
Hacía las nueve fue el turno de
las vecinas más lejanas, vinieron camándula en mano, a rezar junto al moribundo
que estaba ya pálido; de nada sirvió, expiró unas horas más tarde, se fue
dejándole su último beso a mamá, las viejitas pasaron llorando a dejarle un
recuerdo en la frente, con lágrimas en los ojos, y sin ya otro remedio,
alrededor de muerto entonaron su cortejo “Oh Sangre y Agua que brotaron del
Corazón de Jesús, como manantial de Misericordia para nosotros…” pasada la
medianoche dejaron la casa, se apagaron las luces.
El último rumor lo escuché en la
plaza:
- Se murió
- ¿Quién?
- El hijo de América.
- Si quiera, estará con Dios.
Prefiero pensar que está con
Dios, su muerte no sería de todo en vano, total la familia dejó el campo, se
fue a la ciudad por evitar otra muerte.
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